Un nuevo comienzo



¡Hola! Mi nombre es Javier, tengo 28 años y soy de Zamora.

Vengo de una familia con amplia trayectoria docente. Principalmente he recibido mucha influencia de mis padres (ambos profesores de secundaria), mis tíos (de FP) y mi abuelo (de amplia familia docente). 


Siempre he tenido interés en la docencia, empezando por las conversaciones en la comida sobre el día a día en el instituto desde diferentes puntos de vista: yo el alumno y ellos los profesores. Continuando por mi afición de apoyar a mis compañeros de clase cuando necesitaban un pequeño empujón en alguna asignatura que se me diera especialmente bien. Y por último, ya más adulto, cuando terminé la carrera de Ingeniería de Telecomunicaciones, un Master en Investigación y comencé el Doctorado a tiempo parcial. 


Al principio mi visión estaba clara: quería investigar, desarrollar mis sistemas de sensórica y publicar mis avances para compartirlos con otros investigadores. Participar en el bello mundo del conocimiento compartido ayudando en la medida de lo posible, poniendo al alcance de quien lo necesitara todo lo que había ido aprendiendo por el camino. Pero a medida que avanzaba en este viaje, me encontraba pequeñas piedras a mi paso: la falta de financiación para los proyectos, la pesada burocracia que ponía trabas hasta para la gestión más sencilla, los procesos opacos en que ciertos proyectos tenían preferencia frente a otros más completos,... lo que hacía replantearme si de verdad mi vocación era esa. ¿Realmente sería la forma más adecuada de compartir el conocimiento, conseguir una publicación indexada en una revista científica a la que casi nadie tenía acceso? ¿Porqué en mi salida al mundo laboral no se valoraba como positivo ninguno de los hitos que había ido consiguiendo sacando adelante proyectos y buscando financiación de forma autónoma? ¿O porqué, si una de las salidas que yo sentía como vocacional era la enseñanza, durante el Doctorado no se incluían nociones al respecto para poder dar clases en la propia universidad?.


He de admitir que siempre la idea de la enseñanza ha rondado por mi cabeza, pero la he ido posponiendo. Ha sido este último año cuando he sentido que tenía que dar el paso y cambiar mi orden de prioridades. Comienzo ilusionado esta nueva etapa, con ánimo de ver dónde me lleva esta vez el camino.

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